

Cuando te vayas procuraré hacerme la sorda ciega y tartamuda
que la voz del adiós quede suspendida en el aire agorero
y que una estela de calenturiento humo fabril de las mañanas
atraviese el camino que te llevará al olvido.
Haré un nudo grande en el pañuelo aquel de mis viajes a la historia
para que apebas seas un extraño recuerdo colgando de una tela envejecida
Luego con un trozo de roca meteorito de ésos que a lo lejos son estrellas
y un cordel resistente una guaya, un cable de acero en cinta Moebio
ataré la punta del pañuelo para que sea la madre agua tu destino.
No te extrañaré. Al volver de aquel ritual me bañaré en esencias aromáticas
y haré de mi capa un sayo para secar cualquier intrusa lágrima.
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